
Me sucede a veces, que la gente se olvide de que existo.
…sólo mediante la reiteración de un acto es posible corregir
la tendencia a la distribución desigual.
…las maneras de engordar de las personas, al igual que las
de morir, son innumerables.
William Shakespeare: «Si mueres este año, no tendrás que
morir el año que viene».
El corazón no se usa -dije-. El corazón está ahí y basta. Es
como el viento. Es suficiente con que puedas sentir su latido.
En el buzón no había ninguna carta. En el contestador
automático tampoco había ningún mensaje. Por lo visto, nadie me necesitaba.
Perfecto. Yo tampoco necesitaba a nadie.
Tal vez haya muchas chicas que sepan quitarse la ropa de un
modo seductor, pero pocas son capaces de ponérsela con gracia.
Que si unicornios por aquí, que si tinieblos por allá.
La gente decente no va a comprar alcohol antes de desayunar.
Intenté contestar, pero no encontraba las palabras, como si
las hubiera perdido.
Ya sé que es un prejuicio, pero no me fío mucho de los
hombres que llevan pañuelo.

La lluvia era sólo lluvia. Golpeaba el tejado, empapaba la
tierra y desembocaba en los ríos. Solamente eso.
Es extraño -dije-. Yo aún tengo corazón y, sin embargo, a
veces lo pierdo de vista. No. Mejor dicho, posiblemente está siempre perdido y
sólo en ocasiones lo recobro.
Ese agotamiento que va carcomiendo la vida, o que brota del
mismo corazón de la vida, podría explicarlo yo de cien maneras distintas.
En la vida siempre sucede lo mismo. Para construir algo se
requiere mucho tiempo, pero basta un instante para destruirlo todo.

Con los años, aumenta el número de cosas irreparables.
-También aumenta el cansancio, ¿verdad? –Sí.
Ellos sólo pensaban en la cifra que marcaba el velocímetro,
en sus expectativas de sexo, en los recuerdos y en las insípidas canciones pop
que subían y bajaban en el ranking musical. Claro que yo no podía criticarlos.
Lo único que pasaba era que ellos no lo sabían. Sólo eso.
Aunque te encierres bajo el suelo, aunque te rodees de altas
murallas. Siempre habrá alguien que te encuentre y destruya tu mundo. Y tu
abuelo no es una excepción.
Cuando una persona quiere alcanzar algo, piensa de manera
espontánea en tres cosas: ¿qué he conseguido hasta el momento? ¿En qué posición
me encuentro ahora? ¿Qué debo hacer de aquí en adelante? Si uno no puede
contestar a estas tres cosas, sólo le queda el miedo, la falta de confianza en
sí mismo y el cansancio. Y precisamente en esa situación me encontraba.
…el whisky
hay que contemplarlo primero. Y cuando te cansas de mirarlo, te lo bebes. Es
como una chica bonita
…el alcohol me embotaba los sentidos, me daba la impresión
de que el dolor se convertía en un ser independiente que no tenía relación
directa conmigo.
Hasta aquel instante, yo había ignorado que el odio pudiera
pesar tanto.

Yo no quería vivir dentro de mi conciencia. Yo no quería
vivir dentro de la conciencia de nadie.
…confusión. La realidad era tan pesada como una caja grande
de cartón llena a rebosar de arena, y era incoherente.
…el mundo hay cosas que cambian y cosas que no cambian. Y
las cosas que no cambian, pase el tiempo que pase, no cambian jamás. La música
de los taxis es una de ellas.
…pero ya se
sabe que las chicas sofisticadas no se pasan la tarde del domingo leyendo
revistas en la lavandería.
Había vivido
treinta y cinco años en este mundo y ni siquiera sabía cómo se llamaban las
flores más comunes.
…si alguien
hubiera abierto la ventana de mi piso, se hubiese asomado dentro y me hubiese
gritado: «¡Tu vida es un completo cero!», yo no habría tenido ningún argumento
en contra que esgrimir.
Tal vez
fuese desesperanza. Turguéniev quizá lo llamaría desencanto. Dostoievski, tal
vez infierno. Somerset Maugham tal vez lo llamase realidad. Pero lo llamaran
como lo llamasen, eso era yo.
Una vez que
has perdido una cosa, aunque esa cosa deje de existir, la sigues perdiendo
eternamente.
Yo no me fío
de las personas que comen poco. Me da la impresión de que luego se llenan el
estómago en otra parte.
…vida
siempre ha consistido en esto. En recoger basura, ir limpiándola a mi modo e ir
arrojándola a otra parte.
Una persona que
está tumbada en el parque un lunes por la mañana con varias latas de cerveza
vacías a su lado no es una persona decente.
Las personas
decentes no queman tarjetas de crédito los lunes por la mañana en los parques.
En este
mundo existe un tipo de tristeza que no te permite verter lágrimas. Es una de
esas cosas que no puedes explicar a nadie y, aunque pudieras, nadie te
comprendería
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