No es la mejor, es la mia.

lunes, 25 de marzo de 2013

Relato: El bosque: Primera parte.


La oscuridad a su alrededor empezaba a envolverle poco a poco, apoyado en un viejo roble con la cabeza agachada intentaba recuperar el aliento. Llevaba muchas horas huyendo por aquel frondoso bosque y un cansancio extremo empezaba a apoderarse de él.
Miró al cielo crepuscular, la noche no tardaría en llegar y un dilema le rondaba la cabeza. Parar a descansar o continuar con su huida durante la noche. Nunca había sido un hombre demasiado fuerte ni resistente con lo que la idea de no detenerse se le antojo imposible, pero si intentaría demorar ese momento todo lo posible.

Reanudo la marcha. Ya no corría furiosamente como lo hiciera en las primeras horas pero sus pasos se sucedían a un ritmo bastante fuerte. Caminaba en la medida de lo posible en línea recta, hacia el norte, donde suponía que se encontraba la ciudad y con ella su posible salvación en aquel bosque sus posibilidades de sobrevivir eran prácticamente nulas.

Después de otra hora más de caminar incesantemente. La claridad se había ido por completo y las pocas estrellas del firmamento no eran suficientes para poder continuar. Era el momento de parar a descansar. Dirigió su mirada atrás hacia el camino recorrido y creyó distinguir una pequeña luz anaranjada a unos kilómetros, esta desapareció a los pocos segundos. Es el pensó.

Se cobijo en una pequeña cueva que se encontró a la izquierda del imaginario camino que seguía. Dentro se sintió protegido del intenso viento que soplaba fuera y que había comenzado a alzarse con la caída de la noche. Se tumbó sobre unas ramas secas que el viento había arrastrado hacia el interior de la cueva. Durante todo el día su cabeza había estado ocupada pensando en la forma de huir y ahora que la oscuridad y el cansancio le impedían hacerlo, el miedo surgía desde lo más adentro de su ser y le cortaba el aliento. Temía porque su perseguidor no descansara y le diese caza pero temía sobre todo por su vida. Intento respirar sosegadamente y parar el ataque de pánico que en aquellos momentos estaba pasando. Empezó a pensar en Sally, su Sally y la visión de sus pequeños ojos verdes mirándole fijantemente con deseo, sentada al lado de su hermano, con un fino traje de encaje blanco que realzaba aquella fina figura. Recordó su voz suave y dulce que cada vez que se dirigía a él conseguía que el corazón le latiera con muchas fuerza. Con aquellas partes de su pasado pasando por su mente consiguió vencer la ansiedad y tranquilizarse, saldría de esta se prometió. El sueño le cogió en sus brazos por una última vez.

Se despertó al alba y lo primero que sintió fue humedad, una humedad que le calaba hasta los huesos, cada movimiento provocaba un dolor frio en su interior. Fuera de la angosta cueva que le había servido de refugio durante la noche, llovía intensamente. Con sólo dar unos pocos pasos, el traje negro de chaqueta con corbata azul a rayas ya estaba empapado. Sobre el cielo una columna de humo gris surgía desde un lugar hacia el sur de donde se encontraba. Era su perseguidor no había duda, no le importaba que el fuego delatase que estaba ahí al acecho incluso seguro que deseaba que su presa le sintiera ahí cerca muy cerca.

Brian comenzó el tortuoso camino hacia la ciudad, se le hacía complicado avanzar la lluvia había convertido en barro la tierra que pisaba y sus mocasines negros se hundían en el, además el camino ya no era llano comenzaba a ascender una alta colina. Avanzaba lo más rápido que las difíciles circunstancias le permitían. Ahora sentía la presencia del cazador a poca distancia. Al principio pensó que su mente le estaba jugando una mala pasada que no esta tan cerca como le sentía, pero varios sonidos entre la lluvia de pisada y hojas caer le convencieron de que estaba ahí y le atraparía.

Mientras ascendía empezó a recordar el día que conoció a Sally. Estaba allí junto a John con su pelo caoba cayéndole sobre el negro vestido de seda. John pronuncio su nombre y ella con un gesto tímido se acerco a él y con sus finos labios rosados le dio dos húmedos besos sobre sus mejillas, supo en ese instante que tenía que ser suya. Pasaron la tarde los tres en la casa familiar, su hermano preguntándole y queriendo saber todo lo que había sucedido durante ese año que no se habían visto, ella callada con las piernas cruzadas escuchando con atención y el estudiando cada gesto de la que en su interior ya era su Sally.

Llego a la cima de la colina, desde ahí arriba se observaba la silueta lejana de la ciudad, una inmensa felicidad le recorrió por dentro. Debía tener un aspecto terrible, empapado con los pantalones llenos de barro hasta casi las rodillas, estaba cansado, tenía miedo y sentía un hambre terrible pero durante un momento aquello no le importo. Estaba cerca de poder dejar atrás el bosque y salvar su vida .Camino con aquella sensación dentro hasta el otro extremo de la colina. La bajada se hacía casi vertical y con enormes piedras por todas partes .Mientras estaba pensado la forma en que afrontaría el descenso, un estruendo seco sonó a su espalda y al instante un fuerte dolor le invadió la pierna derecha. Empezó a dejar de sentirla, perdió el equilibrio y cayó hacia el precipicio que tenía delante. Un disparo en la pierna, una caída de cinco metros y un fuerte golpe en la cabeza no fueron suficientes para acabar con él, pero si para que perdiera el conocimiento.